Llamado a la santidad en los sacerdotes.
Es
menester, en primer lugar, que los pastores del rebaño de Cristo cumplan con su
deber ministerial, santamente y con entusiasmo, con humildad y fortaleza, según
la imagen del Sumo y Eterno sacerdote, pastor y obispo de nuestras almas;
cumplido así su ministerio, será para ellos un magnífico medio de
santificación. Los escogidos a la plenitud del sacerdocio reciben como don, con
la gracia sacramental, el poder ejercitar el perfecto deber de su pastoral
caridad con la oración, con el sacrificio y la predicación, en todo género de
preocupación y servicio episcopal, sin miedo de ofrecer la vida por sus ovejas
y haciéndose modelo de la grey (cf. 1 Pe
5,13). Así incluso con su ejemplo, han de estimular a la Iglesia hacia una
creciente santidad.
Los
presbíteros, a semejanza del orden de los Obispos, cuya corona espiritual
forman participando de la gracia del oficio de ellos por Cristo, eterno y único
Mediador, crezcan en el amor de Dios y del prójimo por el ejercicio cotidiano
de su deber; conserven el vínculo de la comunión sacerdotal; abunden en toda
clase de bienes espirituales y den a todos un testimonio vivo de Dios, emulando
a aquellos sacerdotes que en el transcurso de los siglos nos dejaron muchas
veces con un servicio humilde y escondido, preclaro ejemplo de santidad, cuya
alabanza se difunde por la Iglesia de Dios. Ofrezcan, como es su deber, sus
oraciones y sacrificios por su grey y por todo el Pueblo de Dios, conscientes
de lo que hacen e imitando lo que tratan. Así, en vez de encontrar un obstáculo
en sus preocupaciones apostólicas, peligros y contratiempos, sírvanse más bien
de todo ello para elevarse a más alta santidad, alimentando y fomentando su
actividad con la frecuencia de la contemplación, para consuelo de toda la
Iglesia de Dios. Todos los presbíteros, y en particular los que por el título
peculiar de su ordenación se llaman sacerdotes diocesanos, recuerden cuánto
contribuirá a su santificación el fiel acuerdo y la generosa cooperación con su
propio Obispo.
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